Iñaki Gabilondo ya demostró, en la pasada campaña electoral, que ha abandonado toda pretensión de ser un periodista, para convertirse en un publicista al servicio del PSOE. ¿Que hubiera pasado, en cualquier otro país, con un periodista que acepta formar parte de la campaña de tensión de un partido, en liza electoral, y se le descubre la maniobra?
Untuoso y lamedor, lo volvió a demostrar ayer en una «entrevista» a Zapatero donde perdió la más mínima ética profesional, declamando el panegírico de un gobierno inútil, sin poner ninguna pega a las afirmaciones fantasiosas del Presidente, haciendo dejación de la obligación de contrastar la información o exigir que lo afirmado por su invitado (¿cómo llamarle entrevistado?) se ajustase a la verdad o, siquiera, a las cifras oficiales.
Pero, mientras el PSOE siga monopolizando los medios de comunicación, este siervo del poder seguirá encontrando pesebres donde impartir lecciones magistrales de «objetividad y rigor».
De risa, si no diera pena.
El Guadalquivir 